Mis reflexiones sobre el cierre de Bodegas Stratvs están nominadas en los Premios Verema 2013 en la categoría de Mejor Artículo. Este es el texto en cuestión: http://bit.ly/1ajebsu
Si lo han leído y les gustó, pueden votarlo siguiendo este enlace: http://bit.ly/1ieFUgj
El Sushi Bar Minato Lanzarote, un sitio ideal para mezclar comida japonesa con vino de la isla
Licor de Ciruela Choya Umeshu en Sushi Bar Minato Lanzarote
Una joya gastronómica en Puerto Calero
Nigiris, makis, tempura, maguro, sake, diego y malvasía
Yaki udon, tempura moriawase, maguro tataki, mekajiki maki, kari-kari maki, maguro nigiri y sake nigiri. Atún y salmón. Salmón y atún. Y gamba, pimiento, fideos, pulpo, pez espada… Y salmón y atún.
Ayer por fin me decidí a zanjar una de esas cuestiones pendientes que me rondaban por la cabeza desde hacía ya tiempo, una que se había convertido en un run-run constante, pero que por motivos muy diversos se iba retrasando sin tomar medidas contundentes. Pero, insisto, ayer cayó: fuimos a comer al Sushi Bar Minato Lanzarote con la idea de experimentar cómo se mezcla la comida japonesa con los vinos de nuestra isla.
Y se mezcla bien. Bueno, más que bien.
Mérito, como ahora veremos, de los espectaculares vinos blancos lanzaroteños, que sirven para un roto y para un descosido. Pero mérito también de la calidad enorme, de la elaboración concienzuda y de la presentación en plato exquisita que el equipazo de este restaurante de Puerto Calero sirve a sus mesas. El Sushi Bar Minato es una apuesta firme y atrevida por la comida tradicional de Japón combinada con lo mejor de nuestra isla. Ojalá ganen la apuesta, se consoliden y sean un referente. Se lo merecen.
La primera sorpresa, la gran sorpresa del día, me la dio el Bermejo Diego Seco 2012, de Bodegas Los Bermejos. En su momento hablé del Bermejo malvasía fermentado en barrica, excepcional, pero en aquella ocasión lo probé en Famara con platazos de la gastronomía local cocinados a la manera conejera.
Esta vez la experiencia fue diferente, pero la sorpresa no menos impactante: el Diego Seco 2012 es perfecto para realzar las propiedades de la comida japonesa sin que se anulen mutuamente. Menos fruta, similar de flor y más hierba, creo que hacen más idónea la elección de diego por encima de malvasía.
La bodega lo define así: «Abundantes notas de jazmín, anís y hierba. Carnoso, glicérico y con la frescura que le aporta su gran acidez».
Diego Seco 2012, de Bodegas Los Bermejos, Lanzarote, vino perfecto para combinar con la comida japonesa
Pero también probamos malvasía, que no se diga. Esta vez tocó Malvasía Seco 2012 de Bodegas Stratvs. La todopoderosa malvasía volcánica contada así por sus productores: «Fruta tropical (maracuyá), algo de piña, hinojo, flores blancas, notas cítricas (sobre todo piel de lima), notas cremosas. Fondos limpios y elegantes. Fresco, ataque frutal muy varietal, largo».
Un gran vino también, válido para este tipo de combinación, aunque insisto en que, en mi opinión, la mezcla más acertada entre makis, nigiris, sashimis y vinos de Lanzarote es con diego. Cuestión de gustos…
Así que ¡asignatura aprobada! Para mí, que me sacudí el run-run, y para nuestros vinos, que están a la altura cuando se les pone a prueba con toques gastronómicos diferentes.
Me fui con pena de no haber podido probar el «Chacho maki», un invento de estos genios a base de cherne y que no siempre está disponible. Pero así me dejo una excusa para repetir, porque a los sitios que merecen la pena no hay que darles la espalda.
P.D.: Para quien se pierda entre tanta palabreja del extremo oriente, aquí dejo una parte de la carta del Minato (muy bonita, por cierto) en donde queda todo negro sobre blanco. Disfruten:
Qué es cada cosa cuando hablamos de comida japonesa
Ficha de cata utilizada durante el curso de cata en Bodega Stratvs, en Lanzarote
Malvasía 2007, Tinto 2012 y Rosado 2012, de Bodega Stratvs, Lanzarote
El Rosado 2012, de Bodega Stratvs, en Lanzarote, alcanzó una puntuación de Excelente en el curso de iniciación a la cata
La herradura, perfectamente marcada en estos dos malvasías 2012 de Bodega Stratvs, Lanzarote
Todo muy limpio antes de comenzar el Curso de Iniciación a la Cata en Bodega Stratvs, Lanzarote
Hace unos días acudí a una sesión de iniciación a la cata en Bodegas Stratvs, la más activa de Lanzarote. Aparte de resultar una jornada extremadamente agradable, por la organización perfecta y por la simpatía y don de gentes del enólogo de la bodega, Alberto González, me sirvió para dar un primer paso en el mundo, excitante y difícil, de la interpretación de los vinos.
A modo de resumen de enseñanzas obtenidas, me gustaría citar seis ideas básicas que se me quedaron grabadas y que creo reflejan la esencia de lo que allí se habló:
1.- Catar es someter un vino a nuestros sentidos, descubrir qué nos aporta e interpretarlo.
Así leído suena obvio, pero nunca se me habría ocurrido una definición tan clara y, a la vez, literaria. La vista, el olfato y el gusto (por este orden) trabajan para «destripar» el vino y recoger todas las sensaciones que luego plasmaremos en un papel.
2.- La cata «ideal» es la cata a ciegas.
Esto crea polémica, lo sé. «La vista prejuzga», dijo nuestro maestro, Alberto. La primera impresión tiene una gran importancia en el resto del proceso, hasta el punto de que, si es mala, difícilmente la nota del vino se recuperará.
Sé lo que están pensando: «Se acaba de cargar toda la fase visual de la cata». No, no es eso. La idea es que hay que intentar ser lo más objetivo posible y que la vista no condicione las demás fases.
Sobre la cata a ciegas como un juego, es muy interesante esta entrada de El Gran Catador. Y sobre sus peligros, nos da idea este vídeo, que muestra hasta qué punto si no vemos el vino podemos meter la pata bien al fondo.
3.- A los sentidos conviene unir los recuerdos.
Para que la cata sea más completa, es bueno que relacionemos los olores y sabores que percibamos con nuestras propias vivencias. Durante esa sesión, hicimos nuestro particular concurso de «Nariz de oro», que consistió en oler once botes que encerraban aromas y tratar de identificarlos. Inevitablemente, muchos de ellos evocan recuerdos personales: el tomillo de la cocina de la abuela, las rosas de un parque que visitamos con frecuencia…
Catamos el Rosado 2012, de Bodegas Stratvs, Lanzarote, y obtuvo una nota de Excelente. Foto de Daniel Reina
4.- Para poder comparar, deben catarse vinos de la misma «categoría».
Es absurdo catar un vino de reserva y otro joven y luego decir que a) es mejor que b), o viceversa. En una cata, siempre se comparan o se enfrentan vinos de similar categoría.
5.- A cada vino debe exigírsele en función de su edad.
Siempre que se presenta un vino a una cata, se dice de qué año es. Y a partir de ahí comienza el «juicio». Porque lo que para un vino joven puede ser una virtud, se convierte en defecto en el caso de otro de más edad. Por ejemplo, si estamos con un tinto reserva y observamos tonos violáceos, pues casi podemos dejar de catar: por su edad, le corresponderían tonos más teja.
6.- La fase más difícil es la de trasladar al papel lo que sentimos.
¿Cómo expresas lo que hueles, lo que ves, el sabor, el aroma? Aquí te pueden servir los recuerdos «de la cocina de la abuela». Pero no es fácil, doy fe. Con la práctica, supongo que las palabras surgen más fluidas, más certeras.
Dije que iban a ser seis conceptos, pero no quiero cerrar esta entrada sin añadir una séptima idea de cosecha propia:
(Anexo).- ¡No entiendo cómo puede haber grandes catadores que no beben vino!
¡Con lo bueno que está! Hala, ya lo dije. ¿Tú sí lo entiendes? Pues si me lo explicas, a lo mejor te doy la razón.
Hace unos días hablábamos aquí de la dificultad que supone en un destino «de sol y playa» abrir nuevos caminos en cuanto a promoción turística. Nos referíamos a cómo en Lanzarote se está intentando situar el turismo del vino como una alternativa poderosa a la oferta tradicional imperante en la isla.
Casualidades de la vida, el pasado jueves se presentó la iniciativa «De vinos por Lanzarote», una idea en cuya simplicidad está su mayor potencial: vas a los hoteles donde se alojan los turistas y les vendes bonos-degustación a un euro y medio. Estos bonos se canjean luego por vino en cinco de las bodegas conejeras más representativas.
Del hotel a la bodega para degustar el vino
¿A qué me refiero cuando digo lo de la simplicidad de la idea y su potencial? Por ejemplo:
– Uno de los problemas que padece el enoturismo en Lanzarote es que buena parte de los dos millones de turistas que nos visitan no sabe que aquí se produce un vino de calidad excepcional. Si los visitas en sus hoteles y se lo cuentas, ese desconocimiento disminuye.
– Muchos de los turistas «de hotel» se enclaustran durante su estancia. En eso los hoteles se lucen: oferta variada y activa para toda la familia, facilidades para el descanso y el ocio, «aparcamientos» para niños (minidiscos, zonas de juegos…), precios ajustados, etcétera. Si en ese hábitat tan peculiar les dices: «Mira, por poco más de lo que cuesta un café te damos un vino magnífico en un entorno que no se parece a nada que hayas visto jamás y que no te dejará indiferente», pues estás creando una expectativa y ofreciendo un aliciente para que una mañana se escapen y conozcan La Geria y lo que allí se hace.
– Si consigues que vayan, es muy probable que repitan si vuelven de vacaciones a la isla. Y, más importante todavía, crecerá también la probabilidad de que en su entorno, cuando cuenten sus vacaciones a sus amigos, hablen de ese vino tan rico que tomaron en esa bodega de gente tan amable enclavada en ese paisaje tan sobrecogedor. Y así, si esos amigos vienen a Lanzarote, puede que tengan en mente una escapada a La Geria o comprar vino local.
Eso sí, si van habrá que tratarlos bien, hacerles sentir cómodos y ofrecerles complementos que redondeen la experiencia: visitas guiadas interesantes, exposiciones, catas, zonas de descanso, «aparcamientos» para niños…
Ahora solo falta estar atentos a cómo funciona la iniciativa, que de momento ha conseguido unir a algunos de los actores más representativos y con mayor potencial para impulsar el enoturismo en la isla (y esto ya es un logro per se que creo deberíamos reconocer, sobre todo, al Consejo Regulador).
Domingo invernal en Lanzarote (22º C) y aprovechamos para degustar el brunch que ofrece Bodega Stratvs. Fue un acierto: calidad, cantidad y variedad más que suficiente, además de un servicio agradable y muy profesional, para quedar a gusto y con ganas de repetir. Solo un pequeño «pero»: al servir el huevo, estaría bien que dieran a elegir qué tipo de vino se prefiere. El rosado es muy rico, desde luego, pero algunos de nosotros habríamos elegido un tinto. Por lo demás, otro domingo perfecto que demuestra que, si las bodegas se lo trabajan, el turismo del vino seguirá subiendo como la espuma.