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Enoturismo Lanzarote Vinos

Mi nueva web sobre Lanzarote y su vino

 

Lanzarote Wines, el portal de información sobre el vino de Lanzarote
Lanzarote Wines, el portal de información sobre el vino de Lanzarote

Lanzarote Wines

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Comunicación 2.0 Enoturismo Lanzarote Vinos

Yo tenía un blog de enoturismo en Lanzarote…

…en el que también hablaba de redes sociales. ¿Se acuerdan? Es este que están leyendo ahora mismo 😉

Pero un buen día ocurrieron cosas y decidí separar a los siameses. Por un lado, lancé el sitio web Lanzarote Wines, al que me he llevado las historias relacionadas con los vinos y el enoturismo en la isla, y en el que esas historias comparten espacio con muchísima más información sobre mis temas favoritos; por otro, la gente de Verema, una plataforma de información también sobre vino y enoturismo y muy seguida en España y América Latina, me ofreció subir los contenidos a su portal, y así lo hemos hecho: desde hace poco, tengo un blog en Verema, que «casualmente» se llama (de momento) De vinos, redes y Lanzarote.

Dentro de poco, este blog que ahora están leyendo se transformará en otra cosa, muy probablemente centrada en la comunicación 2.0, por lo que los que quieran seguir bebiendo mis contenidos de unos u otros temas serán bienvenidos en cualquiera de los tres espacios citados.

¡Muchas gracias!

P.D.: Gracias a Tomás Esteban por sus siempre brillantes ideas

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La (otra) vendimia en Lanzarote

El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Vinos de Lanzarote acaba de confirmar lo que ya se preveía: la cosecha de 2013 ha sido un pedazo de cosecha. Diría más: ha sido un cosechón (sorpresa la mía cuando comprobé que el palabro no es tal, sino que existe en el Diccionario de la RAE. Eso sí, sin noticias de «enoturismo»…).

En total, se han recogido 2.184.287 kilos de uva, la mayor cantidad desde 2006 y un 22% más que la recolectada en la isla el pasado año (1.779.799 kilos). ¡Enhorabuena a la gente del campo!

El caso es que, aprovechando el balance tan positivo de la vendimia recién terminada, he echado la vista unas semanas atrás y he recordado la jornada de recogida de uva tan simpática que compartí en agosto con la (extensa) familia Acosta. Hace un tiempo conté la visita a Bodegas El Grifo en pleno proceso de recolección; ahora toca narrar «la otra forma» de vendimiar y producir vino, fuera del circuito comercial: se trata de hacer vino solo por el placer de beberlo y disfrutarlo.

Amanecer en La Geria
Amanecer en La Geria

La jornada en La Geria comienza antes del alba (confieso que yo me perdí y llegué un poco más tarde), con ese fresco muy de agradecer que se acabará echando de menos a medida que el día crezca. Son las horas de la bruma, que avanza desde Timanfaya y permite que el picón absorba una humedad crucial para el desarrollo de la uva en ese entorno volcánico tan hostil como maravilloso.

Al llegar algo tarde, el patrón Miguel y su cuadrilla ya se habían repartido todos los útiles necesarios para las tareas de recolección y se movían como hormigas entre hoyos y laderas. Ese día tocaba recoger malvasía y listán negro, y dejaban la moscatel pendiente para más adelante. La experiencia, años y años dándose palizas tremendas solo por placer, les sirve para saber cuándo la uva está o cuándo no está. Y no fallan.

Al hoyo

La maniobra es tan simple como incómoda: en cada hoyo suele haber una sola cepa, y se trata de meterse y agacharse para cortar los racimos con tijeras especiales, llenar las famosísimas cajas amarillas (en el caso de la uva blanca) y salir camino del siguiente hoyo. En llano van tirando, pero en ladera hay que mirar por dónde pisas no vaya a ser que acabes rodando tú volcán abajo.

Y así hoyo tras hoyo, ladera tras ladera, caja tras caja. Luego se cargan en la también famosísima «camioneta» y se llevan hasta el almacén. Y vuelta a empezar. Ese día había llegado gente de otras islas, con lo que en un par de horas terminaron de recoger la uva de todas las fincas que se habían programado.

Es a partir de entonces cuando comienzan las tareas de bodega: el prensado (manual, pero casi sin pisar), el encubado, la fermentación… En fin, todos esos pasos que permitirán que un tiempo después el trabajo duro del campo se plasme en ese manjar que llevarse a la boca.

Y pese a que yo vendimiar, vendimié poco, sí me invitaron a un buen desayuno-almuerzo-enyesque con chorizo, lomo, pan y vino tinto, por supuesto. Mientras comentaban la jugada, preparaban ya el fuego para asar el pescado de la comida, con lo que se preveía que la jornada iba a prolongarse. Es lo que podríamos llamar la Fiesta de la (otra) Vendimia de Lanzarote. ¡A la próxima me quedo hasta el final!

Gente (buena) de vendimia en Lanzarote
Gente (buena) de vendimia en Lanzarote

Antes de irme, le hice al patrón Miguel la pregunta que me rondaba en la cabeza desde el día anterior: «¿Y todo este trabajo duro, tantos años, para qué?». Y la respuesta fue simple y contundente: «Por el placer de beber el vino». Pues eso: que el vino lo hace gente; y el vino bueno lo hace buena gente.

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Visita a Bodegas El Grifo en vendimia. Brunch de Lilium

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Uno de los símbolos de la bodega

De vuelta a Lanzarote de mi escapada a las Rías Baixas, y para sacudirme cuanto antes la morriña que me empapa cada vez que regreso, me fui a hacer una visita a Bodegas El Grifo. Finales de julio y principios de agosto es la época ideal para visitar bodegas en la isla, porque están en plena vendimia (es la primera del hemisferio norte) y eso permite aprender sobre el terreno muchos de los procesos propios de la actividad vitivinícola que en cualquier otra época del año tendrías que imaginarte.

Bodegas El Grifo, la más antigua de Canarias, organizó una jornada especial con motivo de la recogida de la uva, que incluyó pateo por las viñas, recorrido por la «trastienda» de la bodega, cata de mostos, visita al Museo del Vino y a la casa aneja y degustación de sus vinos con tapas del Restaurante Lilium, de Arrecife. Todo por treinta euros.

La visita la dirigieron Sara Hernández, directora comercial, y Tomás Mesa, el enólogo. Es cierto que se complementan muy bien, mezclando información detallada sobre la historia, los productos y las peculiaridades de la bodega con aspectos técnicos sobre la viña, la uva y los procesos de producción. Y lo más importante: ambos son muy agradables y transmiten respeto por su trabajo, algo que hoy en día es de agradecer.

El ‪enoturismo‬ consiste en esto: en patear, oler, tocar, probar, fotografiar, preguntar, escuchar, aprender, sentir… Y las visitas de este tipo son fundamentales para enganchar al viajero, de tal forma que perciba su estancia allí como un valor añadido a sus vacaciones, repita en otra ocasión y recomiende a sus amigos que prueben la experiencia. Y compre vino, por qué no.

La guinda de esta visita la pusieron Orlando y Sandra, del Restaurante ‪‎Lilium‬. Creaciones originales de vanguardia para demostrar las infinitas posibilidades de combinación que existen entre los buenos vinos de Lanzarote y los productos más tradicionales de la tierra y el mar. Sin palabras me dejó la panna cotta de tunos con nata infusionada con pétalos de rosas secas. ¡Casi ná!

Así pues, buena iniciativa de El Grifo que recoge lo fundamental de la visita a una bodega. Se pueden hacer más cosas, claro, pero estas están bien hechas.

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De Lanzarote a las Rías Baixas: paisajes opuestos, misma pasión

Hace unos días regresé de una escapada mínima a mi tierra, Galicia, a ver a la familia. Y a probar vinos, claro. No se puede visitar los dominios de la Denominación de Origen Rías Baixas en plena Festa do Albariño y no empaparse de sus vinos y de sus paisajes.

Así que cámara en mano me pateé viñas por Cambados, Meaño, Xil, Meis… Recorrí buena parte del Val do Salnés. Viñas verdes, frondosas, camino de la vendimia y con buen aspecto, rodeadas de bosques verdes, frondosos, majestuosos. Un escenario de enoturismo verdaderamente impactante.

Y, claro, enseguida me vinieron a la cabeza las diferencias enormes que hay entre mis (adorados) paisajes gallegos y nuestros (adorados) paisajes lanzaroteños. En dos horas y poco de vuelo pasé del negro-lava-verde-malvasía conejero al verde-bosque-azul-albariño pontevedrés, del clima árido de aquí al frescor húmedo de allá, del feroz (y feraz) manto volcánico que desde Timanfaya envuelve La Geria a los interminables valles, bosques y montes que perfilan las comarcas de las Rías Baixas.

Diferentes cultivos, uvas, densidades…

Las diferencias no se limitan a los paisajes. Es una obviedad decirlo, pero el clima condiciona las características de la producción en ambas zonas. En Lanzarote, ya hemos contado muchas veces cómo es casi un milagro que de la lava salgan unos vinos tan ricos. Pero ocurre, y el hombre se adapta a lo que la naturaleza le ofrece, cultivando la vid en hoyos y zanjas, protegiendo a la planta del alisio y realizando la vendimia prácticamente a mano.

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Cuando llega le vendimia, La Geria, en Lanzarote, se viste de verde y negro

Y en las Rías Baixas todo es diferente: las características climatológicas y geográficas casi te piden a gritos que plantes la vid, en una explosión de verdor y fertilidad que sobrecoge. Las parras recorren metros y metros de alambre en plantas con una densidad impensable por estos lares. Incluso en el jardín de mis padres encontré uva, plantada años atrás y que sobrevive sin apenas cuidados, invierno tras invierno, verano tras verano.

2.000 hectáreas cultivadas frente a 4.000, 1.700 viticultores registrados frente a 6.700, diecisiete bodegas frente a 177, un millón de litros embotellados frente a doce millones… Estos datos, correspondientes a 2012 y que se pueden consultar en las webs de los Consejos Reguladores de Lanzarote y de las Rías Baixas, dan idea de que lo que nos entra por los ojos, tan extrañamente distinto, es lo que se materializa en cada una de las dos zonas.

Diferentes culturas, técnicas de cultivo, uvas… Diferentes paisajes, climas y personajes. Diferentes retos y desafíos. Pero en definitiva una misma pasión y dedicación: sacar de las entrañas de la tierra el mejor vino posible, ese que hace que, allí o aquí, seamos felices compartiendo una botella en torno a una mesa. Allí o aquí.

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Apps para bodegas, el móvil como canal de venta

Un estudio reciente elaborado por encargo del Observatorio Español del Mercado del Vino (OEMV) indica que las bodegas españolas cada vez utilizan más internet para vender sus vinos. Según sus datos, un 38% de las bodegas dispone de una tienda online en su página web y la mayoría (un 46%) apenas lleva un año vendiendo a través de la red. Y la tendencia es a aumentar.

Eso está muy bien, pero metidos de lleno en el camino hacia 2014, el escenario sobre el que nos movemos evoluciona a una velocidad de vértigo. ¿Y hacia dónde evoluciona? Pues hacia los dispositivos móviles.

Miremos donde miremos, encontraremos cifras sobre el uso de móviles en España y el resto del mundo que marean. El caso de nuestro país es especialmente alentador, pues ni siquiera la crisis ha conseguido que la penetración de los llamados smartphones en nuestra vida cotidiana se frene. Es muy probable que ahora mismo alguien esté leyendo esta entrada u otras similares desde su móvil.

Mobile commerce

Pero hay más. Los datos indican que cada vez usamos más el móvil no solo para navegar por la red, sino que nos estamos animando a comprar desde este dispositivo. Las cifras tanto de venta de dispositivos como del uso que les damos indican que «el futuro del comercio electrónico será móvil«. En este enlace a Puro Marketing están las claves del enorme potencial que presenta este terreno. Por ejemplo, catorce millones de españoles compraron a través del móvil en 2012, un 70% más que el año anterior.

Otros estudios indican que en 2017 los ingresos mundiales por comercio electrónico móvil superarán el billón de dólares (19.000 millones de euros solo en Europa).

Entonces, ¿por qué esperar más?

Hay gente que ya se está subiendo al carro. Comienzan a proliferar, por ejemplo, las aplicaciones para móviles a modo de bases de datos enciclopédicas sobre el vino. Vamos a echar un vistazo a esta, Vivino:

El vídeo es muy malo, pero la idea es fantástica: entras es un supermercado, en un restaurante, en una bodega o donde sea que entres, ves una botella de vino, le haces una foto a la etiqueta con tu móvil, la app. la escanea y en segundos te presenta una ficha completísima sobre el vino, sus características, la bodega que lo produce, opiniones de gente que lo ha probado, etcétera. Tú mismo puedes opinar, escribir una nota de cata, recomendarlo o no…

La he probado, ¡y funciona! El problema para nosotros es que, de momento, no incluye ningún vino de Lanzarote, ni de Canarias. Ya les escribiremos, ya…

iWine, un ejemplo español

También hay aplicaciones para comprar directamente desde el móvil. Se acaba de presentar el resultado del proyecto iWine, una muy interesante aproximación española a la aplicación de estas tecnologías en el sector del vino.

Bajo ese marco, se han desarrollado cinco aplicaciones para distintas plataformas móviles dirigidas a mejorar el funcionamiento de áreas productivas concretas de otras tantas bodegas. Las hay que permiten a los comerciales vender el producto a los clientes desde la tableta o el móvil, geoposicionar la situación de cada vendedor para optimizar las rutas, hacer pedidos online desde el móvil o consultar en tiempo real el stock disponible de cada producto.

Y las hay también más dirigidas al usuario final, permitiendo hacer desde el móvil visitas virtuales a la bodega, comprar vino en la tienda online sin salir de la aplicación e incluso beneficiarse de descuentos en función del historial de compras.

El campo es amplio, y las posibilidades infinitas. Dado el desarrollo de la tecnología y la generalización y popularización de su uso, el límite lo pone la imaginación. Está en la mano de cada productor descubrir cómo esta nueva realidad puede ayudarle a mejorar sus resultados.

¿Conoces tú alguna bodega que ya se haya lanzado a esta piscina?

(Nota: Como ven en los comentarios de abajo, han escrito los creadores de la aplicación Vivino y matizan que sí incluyen muchos vinos canarios, y que los que no encontremos los podemos escanear nosotros mismos. Así que, ahora la app nos gusta mucho más)

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De vuelta en El Risco de Famara

Igual que los asesinos se dice que siempre vuelven al lugar del crimen, yo suelo volver adonde hay buena comida y vinos exquisitos.

Y uno de esos sitios es sin duda el Restaurante El Risco, de Famara. Ayer repetimos en forma de carpaccio de atún, albóndigas de cabrito, pulpo y sardinas. Y para beber, probamos Malvasía Seco 2012 de Bodega Malpaís de Maguez (La Grieta) y el ya «clásico» Bermejo Diego Seco 2012. Sí, el mismo que tomamos en el Sushi Bar Minato Lanzarote pero esta vez con delicias de aquí y a la manera de aquí. Otro éxito.

Me dejé como excusa para volver el carpaccio de cherne y la morena frita. Ya caerán, ya.

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Hoyo y zanja

Hoyo y zanja, tipos de cultivo del vino en Lanzarote
El hoyo y la zanja, los dos tipos de cultivo del vino en Lanzarote
Foto de Daniel Reina Reyes en los alrededores de Bodegas El Grifo

Hoyo y zanja, dos tipos de cultivo diferentes para un mismo producto excepcional.

¿Quieren saber más sobre estas técnicas, sobre la densidad y el marco de plantación según la zona de la isla de la que hablemos, sobre el tipo de poda o sobre muchas otras cosas? Pues dense un paseo por el sitio web de la DO Lanzarote, que es muy interesante:

http://www.dolanzarote.com/index.php/lanzarote-y-el-vino/tipos-de-cultivo

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Sake, maguro, Diego, Malvasía, Japón, Lanzarote

Yaki udon, tempura moriawase, maguro tataki, mekajiki maki, kari-kari maki, maguro nigiri y sake nigiri. Atún y salmón. Salmón y atún. Y gamba, pimiento, fideos, pulpo, pez espada… Y salmón y atún.

Ayer por fin me decidí a zanjar una de esas cuestiones pendientes que me rondaban por la cabeza desde hacía ya tiempo, una que se había convertido en un run-run constante, pero que por motivos muy diversos se iba retrasando sin tomar medidas contundentes. Pero, insisto, ayer cayó: fuimos a comer al Sushi Bar Minato Lanzarote con la idea de experimentar cómo se mezcla la comida japonesa con los vinos de nuestra isla.

Y se mezcla bien. Bueno, más que bien.

Mérito, como ahora veremos, de los espectaculares vinos blancos lanzaroteños, que sirven para un roto y para un descosido. Pero mérito también de la calidad enorme, de la elaboración concienzuda y de la presentación en plato exquisita que el equipazo de este restaurante de Puerto Calero sirve a sus mesas. El Sushi Bar Minato es una apuesta firme y atrevida por la comida tradicional de Japón combinada con lo mejor de nuestra isla. Ojalá ganen la apuesta, se consoliden y sean un referente. Se lo merecen.

La primera sorpresa, la gran sorpresa del día, me la dio el Bermejo Diego Seco 2012, de Bodegas Los Bermejos. En su momento hablé del Bermejo malvasía fermentado en barrica, excepcional, pero en aquella ocasión lo probé en Famara con platazos de la gastronomía local cocinados a la manera conejera.

Esta vez la experiencia fue diferente, pero la sorpresa no menos impactante: el Diego Seco 2012 es perfecto para realzar las propiedades de la comida japonesa sin que se anulen mutuamente. Menos fruta, similar de flor y más hierba, creo que hacen más idónea la elección de diego por encima de malvasía.

La bodega lo define así: «Abundantes notas de jazmín, anís y hierba. Carnoso, glicérico y con la frescura que le aporta su gran acidez».

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Diego Seco 2012, de Bodegas Los Bermejos, Lanzarote, vino perfecto para combinar con la comida japonesa

Pero también probamos malvasía, que no se diga. Esta vez tocó Malvasía Seco 2012 de Bodegas Stratvs. La todopoderosa malvasía volcánica contada así por sus productores: «Fruta tropical (maracuyá), algo de piña, hinojo, flores blancas, notas cítricas (sobre todo piel de lima), notas cremosas. Fondos limpios y elegantes. Fresco, ataque frutal muy varietal, largo».

Un gran vino también, válido para este tipo de combinación, aunque insisto en que, en mi opinión, la mezcla más acertada entre makis, nigiris, sashimis y vinos de Lanzarote es con diego. Cuestión de gustos…

Así que ¡asignatura aprobada! Para mí, que me sacudí el run-run, y para nuestros vinos, que están a la altura cuando se les pone a prueba con toques gastronómicos diferentes.

Me fui con pena de no haber podido probar el «Chacho maki», un invento de estos genios a base de cherne y que no siempre está disponible. Pero así me dejo una excusa para repetir, porque a los sitios que merecen la pena no hay que darles la espalda.

P.D.: Para quien se pierda entre tanta palabreja del extremo oriente, aquí dejo una parte de la carta del Minato (muy bonita, por cierto) en donde queda todo negro sobre blanco. Disfruten:

definiciones-comida-japonesa-sushi-bar-minato-lanzarote
Qué es cada cosa cuando hablamos de comida japonesa
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Seis conceptos de iniciación a la cata

Hace unos días acudí a una sesión de iniciación a la cata en Bodegas Stratvs, la más activa de Lanzarote. Aparte de resultar una jornada extremadamente agradable, por la organización perfecta y por la simpatía y don de gentes del enólogo de la bodega, Alberto González, me sirvió para dar un primer paso en el mundo, excitante y difícil, de la interpretación de los vinos.

A modo de resumen de enseñanzas obtenidas, me gustaría citar seis ideas básicas que se me quedaron grabadas y que creo reflejan la esencia de lo que allí se habló:

1.- Catar es someter un vino a nuestros sentidos, descubrir qué nos aporta e interpretarlo.

Así leído suena obvio, pero nunca se me habría ocurrido una definición tan clara y, a la vez, literaria. La vista, el olfato y el gusto (por este orden) trabajan para «destripar» el vino y recoger todas las sensaciones que luego plasmaremos en un papel.

2.- La cata «ideal» es la cata a ciegas.

Esto crea polémica, lo sé. «La vista prejuzga», dijo nuestro maestro, Alberto. La primera impresión tiene una gran importancia en el resto del proceso, hasta el punto de que, si es mala, difícilmente la nota del vino se recuperará.

Sé lo que están pensando: «Se acaba de cargar toda la fase visual de la cata». No, no es eso. La idea es que hay que intentar ser lo más objetivo posible y que la vista no condicione las demás fases.

Sobre la cata a ciegas como un juego, es muy interesante esta entrada de El Gran Catador. Y sobre sus peligros, nos da idea este vídeo, que muestra hasta qué punto si no vemos el vino podemos meter la pata bien al fondo.

3.- A los sentidos conviene unir los recuerdos.

Para que la cata sea más completa, es bueno que relacionemos los olores y sabores que percibamos con nuestras propias vivencias. Durante esa sesión, hicimos nuestro particular concurso de «Nariz de oro», que consistió en oler once botes que encerraban aromas y tratar de identificarlos. Inevitablemente, muchos de ellos evocan recuerdos personales: el tomillo de la cocina de la abuela, las rosas de un parque que visitamos con frecuencia…

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Catamos el Rosado 2012, de Bodegas Stratvs, Lanzarote, y obtuvo una nota de Excelente. Foto de Daniel Reina

4.- Para poder comparar, deben catarse vinos de la misma «categoría».

Es absurdo catar un vino de reserva y otro joven y luego decir que a) es mejor que b), o viceversa. En una cata, siempre se comparan o se enfrentan vinos de similar categoría.

5.- A cada vino debe exigírsele en función de su edad.

Siempre que se presenta un vino a una cata, se dice de qué año es. Y a partir de ahí comienza el «juicio». Porque lo que para un vino joven puede ser una virtud, se convierte en defecto en el caso de otro de más edad. Por ejemplo, si estamos con un tinto reserva y observamos tonos violáceos, pues casi podemos dejar de catar: por su edad, le corresponderían tonos más teja.

6.- La fase más difícil es la de trasladar al papel lo que sentimos.

¿Cómo expresas lo que hueles, lo que ves, el sabor, el aroma? Aquí te pueden servir los recuerdos «de la cocina de la abuela». Pero no es fácil, doy fe. Con la práctica, supongo que las palabras surgen más fluidas, más certeras.

Dije que iban a ser seis conceptos, pero no quiero cerrar esta entrada sin añadir una séptima idea de cosecha propia:

(Anexo).- ¡No entiendo cómo puede haber grandes catadores que no beben vino!

¡Con lo bueno que está! Hala, ya lo dije. ¿Tú sí lo entiendes? Pues si me lo explicas, a lo mejor te doy la razón.